sábado, 1 de septiembre de 2007

2000 - Casal: Casal vive - reseñas

Confieso que nunca sentí especial admiración por Tino Casal, aunque debo aceptar que nadie antes en España se había atrevido a ocupar el trono de los excesos musicales como él. Cuando salió su primer disco, en medio de la new wave a la que sí era adicto, Tino me parecía un pretencioso.

Con el tiempo sigo pensando lo mismo pero reconozco que su trabajo ha sido una referencia para mucha gente que no tenía en España un espejo rococó donde mirarse. Dos de ellos, Juan Belmonte y Abel Arana, bajo su nombre artístico Pumpin’ Dolls, rinden un homenaje a Tino del que sí me consta que era una bellísima persona, solo que disfrazada de una parafernalia demasiado pesada.

Como compositor, sí que merece mi respeto: Tigre Bengalí, Los Pájaros, Pánico en el Edén, Oro Negro eran canciones ambiciosas que se toparon con la incipiente y raquítica tecnología de los primeros ochenta donde todo se solucionaba a golpe de Polysix. Se olvidaban de elementos básicos de una producción, que de haber existido, no hubiera lamentado tanto el paso del tiempo.

El “Eloise” de Barry Ryan nunca se debió tocar, The Damned lo hicieron y salieron mal parados. Con Tino pasa lo mismo, pero si para algunos ha sido la forma de interesarse por el original, vale.

Pumpin’ Dolls sacan partido a los temas más exitosos de Tino Casal, pero estos pertenecen a una época demasiado concreta como para hacerlos creíbles a estas alturas del 2000.

Terra - Magín F. Perandones

Nota: ‘Casal vive’ vendió mas de 100.000 copias y fue disco de platino
.
Un homenaje merecido es el que se tributa a Tino Casal con este doble. Uno de los artistas más vanguardistas para su época, precursor de la música electrónica en nuestro país y que ha sido olvidado injustamente, se pone de actualidad con una remasterización de lo mejor de su discografía. Los Pumpin' Dolls han revisado cinco de ellos: Eloise, Champú de Huevo, Embrujada, Stupid Boy y Miel en la Nevera. Antológico.

Odisea

Este asturiano fue precursor del glam, el petardeo, el tecno chochi y otras etiquetas que ahora causan auténtico furor. La carretera se lo arrebató al pop, después de haber dejado escritas perlas como Embrujada, Champú de Huevo o Histeria, aparte de la soberana y barroca Eloise. Justo es, pues, que se le reconozca la osadía y, junto a un recopilatorio de temas remasterizados digitalmente, se editen también unas mezclas de baile de esas canciones que revolucionaron a más de uno y una.

Revista GQ

Revisión de un icono

Lo de Casal Vive es más un ejercicio de rescate que un hecho. Y es que, por desgracia, este querido intérprete de la movida madrileña no volvió (ni volverá) a lucir lentejuelas desde aquel fatídico 23 de septiembre de 1991. Perder la vida frente al volante de un coche puede dar para mucho; hasta puede convertir a uno en un mito. Compositor, productor, pintor y decorador, Tino Casal fue un icono generacional, un auténtico rupturista de las formas tradicionales de la canción ligera del momento, por mucho que le pese a sus detractores.

El disco Casal Vive recoge, en formato doble, la revisión definitiva de este ídolo de peluqueros de diseño. Un compendio de las mejores composiciones de Casal, remasterizadas algunas, remezcladas otras por Pumpin' Dolls (estrellas del actual panorama de la música de baile nacional). Histeria, Billy Boy, Tigre Bengalí, Los Pájaros, Eloise o Champú de Huevo, una colección de canciones con capacidad para trasladarte a una década que dejó su impronta en la memoria nacional.

40 Magazine - Julio 2000

Si Casal viviera hoy, Alaska tendría que compartir portadas. Hasta Bosé. A diez años de su abrúpta perdida, sus fans y remezcladores Pumpin' Dolls arman un documento doble que, además de aglutinar todos sus hits necesarios (eso es patrimonio), despeja la incógnita a la actuación del tecno ochentero patrio. La equis fue Tino. Más excesivo y mejor intérprete. Más petardo y elegante, más aglutinador y mejor compositor; más poupurri, más puro. Por encima de artefactos sólo tolerables bajo el calor de la piel del toro (Vídeo, por nombrar uno sólo), Casal, ya que no era importado, hubiera tenido que ser exportable. "Casal Vive" es la herencia casi perfecta del crooner lila que merecieron Abellán, la Chamorro, Tierno Galván, los Costus y Almodóvar. Sólo me falta su sorprendente meneo al "Life On Mars" de Bowie. Lo demás está aquí. Más eurokitsch que ibertrash, hoy le veríamos en "El Séptimo" (o en aB) y pensaríamos que nosotros también tenemos un Marc Almond. Piensen en alguien como él en el panorama español de los noventa. ¿Paco Clavel? Respetable, pero estoy hablando en serio. Lo dicho, irremplazable.

Mondosonoro

Vuelve Tino Casal. Su destino fue volver incluso del accidente de coche que lo dejó en el sitio. Su detonación en Madrid con "Champú de huevo" estaba terso de ironía y madurez. Tino Casal era el mayor de la movida pegamoide que le quería y le cantaba como el rey del glam. Todo en el cosmopolita y londinense Tino Casal iba en falsete: su atuendo de tapicería, su maquillaje de camaleón, sus peinados y afeitados, las letras de sus canciones y la voz con que las interpretaba.

Para dar sentido a tanta impostura, a tanto disfraz, dirigió sus video-clips cuando el género empezaba y se construyó un escenario decorado de pantera, tapizado de cobra e iluminado por un daltónico donde él era un Taras Bulba del "kistch" en un bazar con espantos dorados de todos los continentes. Su música era auténtica: auténticamente comercial.

Narcisista, ambiguo, bisutero, extremo, histrión, histeria, barrococó, se le veía en las letras llenas de espejos con un rasguño sado-maso. Quién le iba a decir que le esperaba el dolor cuando tuvo su primera caída en escena, derivada en necrosis de cadera, desapareció y jubiló su mundo en lo que parecía una baja laboral permanente o una prejubilación por coeficiente reductor, con la de horas de música profesional que llevaba encima. Pero su destino fue volver y lo hizo con "Eloise", vieja canción, nueva versión, que lo subió más arriba de donde había llegado nunca. Lo de Tino Casal estaba lleno de ironía -sabía en lo comercial de su música, espectacular en su imagen- y la ironía es un falsete del pensamiento. Téngase en cuenta para tomar en serio su gran broma.

Por Javier Cuervo
Jueves, 31 de agosto, 2000. El balcón. Periódico Información.

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