El coche en el que viajaba el cantante Tino Casal y en el que encontró la muerte estaba lleno de jeringuillas. Pero no eran de los cuatro ocupantes, como se dijo. Según su casa discográfica, pertenecen a los médicos que atendieron a sus compañeros. Se las dejaron olvidadas allí cuando les inyectaron calmantes para aliviar su dolor.
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