sábado, 15 de diciembre de 2007

1997 - la generación 'techno' de aqui

"Entre máquinas y platos. Noviembre 1997"

Un afanoso comando de grupos, disc jockeys, productores y sellos ha conseguido vencer los tópicos y dar forma, en apenas dos años, a una escena electrónica creíble y cada vez más abultada. Son los héroes de una revolución que, al fin, ha puesto al pop español de cara al futuro.

Doce años después del estallido del fenómeno musical más dinámico y democratizador de los últimos tiempos, España recoge sus frutos. Ha tardado lo suyo, desde luego, pero es que antes le ha tocado barrer prejuicios a mansalva y sacudirse la caspa que ella misma se había procurado. Claro que ahora no es cuestión de ponerse a buscar culpables o efectuar públicos linchamientos, pues bastante tenemos con llegar tarde a lo que por ahí fuera ya se considera la máxima expresión de la cultura juvenil de fin de siglo y aquí aún tiene visos de oportunismo.

Si el techno (por emplear la palabra/comodín que ha acabado designando toda música electrónica orientada hacia la pista de baile) es hoy popular en nuestro país no es precisamente por las oportunidades que se le han dado a los disc jockeys, productores y artistas nacionales que vienen practicándolo. Algunos (muchos) dirán que tampoco las merecían hasta hace bien poco, claro. Es que la chirriante imagen de un Chimo Bayo –que, dicho sea de paso, ha reunido a más gente en sus actuaciones en Israel y el sudeste asiático de la que nunca atrajeron Héroes del Silencio en sus "triunfales" giras centroeuropeas– todavía escuece las retinas de los guardianes de la autenticidad patria, a quienes las máquinas siempre les han resultado indigestas.

He ahí, precisamente, el primer escollo. Por una de esas oscuras razones que tanto cuesta comprender, la llamada "música de baile" parece, o al menos parecía hasta ayer, no tener cabida dentro de ese vago y difuso territorio que es el pop (la música popular, en definitiva). Aquí, por supuesto. Fuera, hace tiempo que saben que el destino del house, el hip hop o el techno es tan pop como lo es el del "indie", por ejemplo. Y decimos "indie" para remarcar hasta qué punto puede llegar la estrechez de miras de sus próceres/apóstoles, cegados en sus obsesiones guitarreras, que le niegan al baile su carta de independencia. No vamos a intentar, en todo caso, desentrañar el porqué de la absurda cerrazón roquista española que obvia por la cara la realidad "dance". Será que les duelen prendas ver cómo unas minúsculas compañías que comenzaron licenciando temas foráneos se han hecho de oro (Max music y Blanco y negro las que más), sobre todo a costa de infames megamixes, que también es cierto. Pero nadie ha dicho que calidad e independencia estuvieran reñidas. Y ahí nos topamos con el segundo escollo.

Acostumbrados a que nadie les haga caso, los productores/ artistas/DJs acaban montándoselo por su cuenta –y riesgo–. La expansión dance ha ido así a modo, lenta pero segura, en creciente progresión. De hecho, la evolución global de la escena en todo el mundo sólo puede entenderse por el papel que han desempeñado las innumerables escuderías aparecidas en estos diez largos años. La proliferación de sellos independientes, algunos verdaderamente mínimos, refleja la hiperactividad de los creadores techno y el hambre de las pistas, que reclaman con urgencia nuevo material. Y la voraz inmediatez con que se consume hace posible el auge, ocaso y resurrección a velocidad de vértigo de estilos, géneros y modas de manera que nadie está dispuesto a pararse ante la posibilidad de morir aplastado bajo las ruedas de semejante convoy. El problema es que, como el resto de los mortales, esta gente tiene que comer y, encima, mantener un negocio, por lo que los trabajos alimenticios y/o mercenarios se vuelven imprescindibles: producciones facilonas, populistas, descaradamente comerciales… La mayoría de la basura techno que hemos consumido e identificado como "bakalao" responde casi siempre a tan cruel necesidad (ojo, que esto tampoco debe servir como excusa). Pero, como suele suceder, los árboles no han dejado ver el bosque y se optó por una desagradable e interesada generalización sin pensar siquiera que, por la mera circunstancia de haberse generado con platos, samplers, secuenciadores y demás cacharrería electrónica, no toda la música techno es "bakalao". Para el caso, el daño ya estaba hecho.

Los proverbiales pícaros y marrulleros que tanto proliferan por estos pagos al olor del dinero fácil (responsables en gran medida de esa ola de megamixes y "covers" discotequeros de temas pop/rock con tirón en las listas de ventas) y la politización y manipulación mediática del fenómeno (recuérdese el escándalo amarillista de la penosa "ruta del bakalao") hicieron el resto. Hubo que esperar a oír los cantos de sirena de la moda "clubbing" (cuando lo nuestro siempre ha sido la "cultura de bar", no la "cultura de club") y a que en los grandes festivales por ahí fuera sonasen DJs y grupos electrónicos para empezar a tomarse el asunto con un mínimo de interés, sobre todo, en cuanto aquí se comenzaron a calcar esos macroconciertos con acampada. Tan infausto como providencial, el invento de la "carpa dance", una manipulación roquista donde las haya del baile, ha descubierto finalmente la realidad techno a la masa; bueno: una parte de la realidad, ésa que tiene que ver con los sonidos más, digamos, experimentales, ya que el technoesnobismo nacional sólo da crédito a cierta música de club (primero el trance y el ambient con su parafernalia chill out, después el trip hop y ahora el jungle/drum'n'bass). Por suerte, mientras en la superficie se gastaban los cartuchos en salvas inútiles, el underground de la escena, más agitado que los bombos del telecupón, preparaba su asalto.

España baila

Echamos un vistazo a los grupos, DJs y productores (a veces todos reunidos en una única persona) que han logrado que el futuro del pop nacional sea definitivamente techno.

Alex Martín: prodigioso con las máquinas, este jovencísimo DJ, productor, compositor y remixer barcelonés factura lo mismo techno que ambient, deep house, electro y jazz mutante. Fue el primero que hizo concebir esperanzas para la electrónica bailable patria y pasa por ser nuestra figura dance más internacional (ha editado con prestigiosos labels alemanes, ingleses y franceses). Tiene su propio sello, Higlamm (con Oxident Audio, estudio de grabación también propio), distribuido por Minifunk, donde también edita como Alex Martín y Full Duplex (junto a su compañera sentimental, la DJ Mayte S.). Ha grabado igualmente con Zen records y Cosmos ("Alex Martín ensamble").

An Der Beat: un pálido ilerdense que hace funk como si fuera negro y americano. Aunque David Nicolau tiene su pasado como instigador de ritmos maquinales blancos (entonces se hacia llamar Child—B), su fama se la ha ganado revisando los sonidos más negroides y sudorosos, que explota como pocos en su álbum "Recicla—Ho", editado por el sello barcelonés Minifunk.

Big Toxic: productor de techno contundente y colaborador habitual en las grabaciones de La Fura dels Baus y Fangoria. Se ha convertido en unos de los remixers más solicitados país (Carlos Berlanga, Lazy Sundays, Sexy Sadie) y de vez en cuando también se le llama desde fuera (ha remezclado a Nine Inch Nails). En su haber tiene unos cuantos maxis y varios temas dispersos en recopilatorios del prestigioso sello Geometrik (salido de Rotor, casa madre de los seminales Esplendor Geométrico).

César de Melero: a este DJ y productor catalán se le tiene por el introductor del acid house en nuestro país. Apreciado incluso en ciertos círculos británicos, anda a caballo entre Barcelona, Ibiza (Ku siempre ha sido su bastión) y París, donde codirige el sello Prozak—Trax y está instalada la mitad de su proyecto Alëem. Exquisito housemaster, por cierto.

Elesbaan: DJ de origen gallego afincado en Madrid, residente del club Soma y hábil experimentador de sonidos. "UFO" (Rhythm of time) es su maxi de presentación, cercano a las corrientes más radicalmente minimalistas del techno detroitiano. Su presencia es habitual en todos los raves peninsulares.

Fangoria: la reencarnación techno de Alaska y Nacho Canut (Kaka de Luxe, Pegamoides, Dinarama) data de finales de los 80, cuando cayeron rendidos de tanto bailar acid house. Sin abandonar nunca su vena pop, se han acogido al lado más frío de la electrónica (sobre todo británica): bleep, cyberdelia, ambient y trance. La serie de tres EPs "Un día cualquiera en Vulcano" es su mayor legado hasta la fecha. Nacho también da rienda suelta a su sobredosis de bpms en solitario grabando para el sello albaceteño Spinnic (hogar de los electroduendes Terry 4, Astro Girls o Alpino) como Calígula 2000.

The Frogmen: la gran baza del house español –versión minimal y profunda, bordeando el techno–. Son Leandro Gámez (alias Cío cuando va por libre) y Tony Rox, celebrado DJ madrileño. Su deslumbrante álbum de debut, "A new home" (Boozo), es la culminación de una ya larga trayectoria. Editan incluso en Alemania.

HD Substance: el proyecto musical del DJ, productor y editor de la revista "Undersounds" Luis Rozalén. Lo suyo es el techno ácido, aunque tampoco le hace ascos al ambient y al electro. Edita, sobre todo en los sellos madrileños Boozo, Elefant dance y Rhythm of time.

Jazzin' Club: el colectivo de DJs que mejor ha sabido glosar las excelencias del jazz contemporáneo y mutante. En sus sets tocan todos los palos (por algo son tres: Nava, Chema y Dave, y se reparten): drum'n'bass y electro, breakbeat y latin house, hip hop y phat beatz, cosmic disco y deep house, pero siempre con una actitud jazzy, la misma que derrochan cuando ejercen de remixers (Digi Onze, Azúcar Moreno…). Han creado el sello Full on, cuyo primer fichaje son los hip—jazzers Jazz Two, y son los responsables de la distribuidora Ama.

José Luis Magoya: cocinero antes que fraile, Magoya es, ante todo, un músico/productor metido a DJ. Fue director de los estudios Planet y actualmente ejerce de exitoso residente de los clubs MidDay y Dance madrileños. Ha grabado para Boom, el sello del DJ estadounidense David Alvarado, y aquí edita sus veleidades deep house con Minifunk, Boozo (donde graba como Mastrangelo) y Elefant dance.

Kadoc: un millón y medio de copias vendidas de su "Nightrain" en Europa (150.000 sólo en Gran Bretaña, donde han actuado incluso para el mítico programa de la BBC "Top of the pops") les acreditan como el grupo dance español más internacional. Están grabando su primer álbum en Holanda para el sello Fonky fibe (Arcade/CNR en España y Manifiesto en Gran Bretaña). Son los madrileños David Peñín y Juan Carlos Molina, creadores de Zen records, desde donde han editado bajo los alias de Underwear, Ultraviolet, Evidence, Vinyl Juice…

Kike Boy: DJ y productor madrileño, muy próximo a la escena happy hardcore teutona (por eso aquí se le envió con un billete sin retorno a las simas del "bakalao"). Estrella del veterano pero poco reputado sello Quality, en su currículum hay una innumerable colección de maxis y un álbum, "Generación X", que lo ha rescatado del castigo. Su evolución hacia al house/nu energy también le ha ayudado. En Asia vende como churros.

Loe: en realidad, Eloy Martín, DJ residente del célebre club barcelonés Moog, responsable de la distribuidora So dens y uno de los capos del sello a que ha dado lugar, Minifunk. El EP "Dancing moog" es su minimalista carta de presentación.

Madelman: el bilbaíno José Luis Rebollo goza, ahora mismo, de uno de los clubs de fans más nutrido de la escena merced al pop electrónico que despliega en "Palais", su álbum de debut para el sello Cosmos. De la experimental ambiental al techno en clave easy listening, sin caer en el absurdo. Entrañable.

Le Mans: sin ser un grupo eminentemente techno/dance, estos donostiarras adictos al pop etéreo ocupan en la escena patria el mismo lugar que unos St. Etienne o Stereolab en la británica. Además, se dejan remezclar con mucho gusto (conviene escuchar "Zerbina", disco con el que inauguraron la sección de baile de la gran casa indie Elefant) y el bajista Ibon Errazkin es un habitual en las producciones del sello Novophonic.

Oscar Mulero: apenas si se tiene en cuenta que grabó hace ya mucho un maxi como gancho del club madrileño New World, pero es que su figura y trayectoria son imprescindibles para comprender el despertar de la cultura techno en el país. DJ de técnica perfecta, es imbatible en raves y fiestas.

Pez: carismático donostiarra, instigador del Sirope Sound System (un colectivo de agitadores de la cultura de club) y cerebro detrás del sello Novophonic, consagrado a experimentar con el jazz. El resultado son una serie de proyectos que van del lounge abstracto al hip hop latino, el drum'n'bass, el funk y el house más sibarita: Instrümental (con Ibon Errazkin y el diseñador Lereak Mendian), Camping Gaz (junto a Charly Brown) y Digi Onze. Pez (nacido Javier Vicente) es también el alma de Parafünk.

Prozack: buscando los límites del sonido, el gallego Juan Carlos Ordóñez se ha embarcado en un trip hipnótico y lisérgico que de momento le ha llevado a pisar terreno detroitiano en su álbum de debut, "Ideology" (Elefant). Ahora tienta el acid house y el house muy muy profundo y minimalista.

Silvania: Mario y Cocó (de origen peruano) tienen ya tres álbumes en el mercado, todos publicados con Elefant. Oscilan entre el ambient—pop y eso que algunos llaman "techno inteligente" para no mojarse demasiado. Han sido remezclados por algunos de los popes internacionales del género (Locust, Autechre, Scanner).

Teen Marcianas: funky sucio y sudoroso desde Barcelona a cargo de una pareja de mutantes que no tienen reparos en samplear lo insampleable o imitar a Starsky y Hutch ("Estarsky y Jach", dirían ellos). Una saga de brillantes EPs grabados para Minifunk ("4 Funk", "No caja box") les saludan.

Vanguard: Eduard Alarcón, Xavier Alarcón y Albert Masferrer (o DJ Kosmos) llevan tres años juntos. En ese tiempo, apenas un maxi y unas cuantas remezclas (Fangoria, Los Sencillos, Carlos Berlanga, Le Mans, Esclarecidos…). Pero ya se les respeta y ensalza como uno de los proyectos más afortunados del mundillo. Drum'n'bass, ambient, deep house, cosmic disco..., nada parece resistírseles. Han fichado por Cosmos, el sello barcelonés que abrió brecha publicando aquel "Disco 2000. Una recopilación dance de aquí" (1995).

Rafa Rodríguez y Sara Sáez
http://www.todaslasnovedades.net/

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