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viernes, 2 de enero de 2009

2005 - musica electronica en castellano 1975-2005

Introducción

La música popular del siglo pasado y el actual, aun teniendo sus orígenes en la cultura anglosajona (Estados Unidos e Inglaterra, principalmente), ha conocido adaptaciones locales en los diversos países donde se ha extendido su influencia. Actualmente no nos extraña oír cantar a grupos de rock o de pop en castellano, catalán, euskera o gallego. La música electrónica también ha tenido su principal origen en los citados países anglosajones. Incluso un grupo clave como los alemanes Kraftwerk, a pesar de cantar en su lengua nativa, lanzaban las versiones internacionales de sus discos en inglés, las cuales han sido más conocidas por nuestro público.

Si el rock o el pop han sabido utilizar la lengua autóctona para expresar una misma música, lo lógico debería ser que algo similar ocurriese en el caso de la música electrónica. A continuación se citarán algunos de los grupos que han hecho uso de la misma con sus propuestas de electrónica, aunque hay que recordar que algunos de los estilos más conocidos de esta música (techno, house, drum’n’bass, electro,...) tienen un gran componente instrumental, en el cual las voces en ocasiones pasan a un segundo plano o simplemente no existen.

También se ha de señalar que los conocimientos del autor respecto a dicha música son limitados y no abarcan todas las diferentes manifestaciones existentes, por lo que la lista de nombres no es exhaustiva y puede haber omisiones. Al lector se deja la posibilidad de continuar explorando este fascinante mundo.

Pioneros de los 70 y los 80

Uno de los pioneros de la música electrónica en España es Eduardo Polonio que comenzó a realizar obras de electroacústica ya a finales de los años 60. Formó además el grupo Alea-Música Electrónica Libre. Sus composiciones de carácter experimental poseen unos curiosos títulos tales como Difícil que las margaritas beban en la fuente, Hoy comemos con Leonardo o En un eclipse, en un eclipse total, en un apagón general del Universo, por citar algunos dentro de su extensa y desconocida producción. En Barcelona se puede destacar de aquella época a Macromassa, grupo formado por Juan Crek y Víctor Nubla, que también poseen obras con títulos curiosos (y en algunos casos también curiosas letras) como El consecuente aspecto de la geometría o El largo camino a las almendras.

Dejando de lado las primeras incursiones electrónicas experimentales, se puede decir que la primera manifestación de música electrónica en castellano de mayor repercusión se produce con los grupos del llamado techno-pop (synth pop para los ingleses) a finales de los 70 y principios de los 80. Los pioneros El Aviador Dro y sus obreros especializados tenían en su haber canciones reivindicativas, futuristas o humorísticas como La chica de plexiglás, Nuclear, sí, La televisión es nutritiva, etc. Sus influencias vendrían de grupos como Kraftwerk, Devo y los grupos de synth pop ingleses que estaban empezando a surgir en los primeros años de la década de los 80. Y a pesar de esta influencia en lengua inglesa, dichos grupos decidieron utilizar el castellano para sus composiciones como forma de hacer llegar su mensaje de una manera más natural. Y la gente lo aceptó sin problemas. Incluso los propios Aviador Dro se atrevieron a realizar una versión en castellano del exitoso tema de Kraftwerk (The Model / Das Modell), con el título La Modelo. Hoy en día siguen en activo fieles a su filosofía aunque han actualizado su sonido y a alguno de sus miembros.

Otro grupo de la época que se puede citar es Esplendor Geométrico, surgido tras la escisión de algunos componentes de Aviador Dro, los cuales antes de embarcarse en una trayectoria de ruido y pulsión rítmica, elaboraron algunos temas de techno-pop como Moscú está helado. Posteriormente, aunque sus trabajos eran predominantemente instrumentales, poseían la mayoría de los títulos de los temas en español, algunos incluso incluyendo muestras sonoras de voces en castellano (también utilizaban de otros idiomas, por supuesto). Un ejemplo, con algo de ironía, puede ser 30 Km. de radio (Veritatis Remix) del álbum Balearic Rythms (1996) en el que bajo unos potentes ritmos industriales se puede escuchar a un anónimo locutor de radio recitando los misterios de la pasión de Cristo.

Junto a éstos existían otros grupos como Metal y Ca. con temas como Datos, Planeta o Velocidad; Oviformia Sci con Hablamos de nosotros o Mi teletipo; o los aragoneses Vocoder (Mi chica tiene un lío con Satán, Amor de robot) y Vam Cyborg (Actos de maldad o Radioactividad, que no se trata de una versión de Radioactivity / Radioactivität de Kraftwerk).

Otro grupo de la época fue Azul y Negro, más comerciales que los anteriormente citados y que obtuvieron bastante popularidad. Uno de sus primeros temas (Me estoy volviendo loco) fue utilizado como sintonía para los reportajes de televisión de la Vuelta Ciclista a España en el 1982, un año antes de que Kraftwerk publicaran su Tour de France. De este modo alcanzaron gran repercusión entre el público general, a pesar de sus sonidos sintéticos y sus voces robotizadas. Desde entonces siguieron editando LPs en los que las canciones no instrumentales eran casi todas en castellano.

Siguiendo en la onda techno-pop, que era lo más conocido en cuanto a electrónica en aquellos primeros 80, también hay que destacar a Tino Casal, quien facturó algunos temas clásicos como Champú de huevo, Tigre bengalí, Bailar hasta morir o Embrujada. Uno de sus mayores éxitos fue Eloise, tratándose en este caso de una versión del tema de Barry Ryan.

Valencia no fue ajena a aquellas influencias de sonidos electrónicos y futuristas. En aquella época, una efervescente escena de grupos de todos los estilos también dio origen a algunas bandas que si bien no parecen ser tan recordadas, merecen una mención. Los grupos más destacados que pueden citarse son Glamour, con joyas como Imágenes, No llores junto al estéreo, En soledad...; Betty Troupe, con la archiconocida El vinilo; Video (La noche no es para mí, Víctimas del desamor) o Última Emoción (El misterio de los tomates eléctricos, Dos minutos de odio), entre los que dejaron huella sonora.

Los años 90

Precisamente del grupo Última Emoción, uno de sus componentes (Julio "Nexus" Pastor) se une a dos DJs (Gani Manero y Fran Lenaers) para crear una de las formaciones míticas de principios de los noventa y pioneros del llamado "Sonido Valencia". Nos estamos refiriendo a Megabeat. Este grupo estaba influenciado por artistas como Wim Mertens, Vangelis (sobre todo su banda sonora para la película Blade Runner) y grupos de EBM que sonaban habitualmente a finales de los 80, de los que realizaron versiones. Es por ello que la mayoría de sus composiciones está en inglés y también alguna en alemán, aunque gran parte de sus temas son instrumentales. Sin embargo, también deciden titular varias canciones con títulos en castellano e incluso añaden muestras vocales como el clásico Es imposible, no puede ser... También serían aficionados a incluir muestras de la exitosa serie de TV Twin Peaks. Así pues, tenemos temas como Jet Harris Techno Dub (¿Sabe ya quién mató a Laura Palmer?) o Fuego camina conmigo, que incluyen grabaciones del doblaje al castellano. Otros temas a destacar serían Hoy es un buen día para morir o Te suena.

Esos primeros 90 vieron crecer el fenómeno de la Ruta del Bakalao, que si bien tuvo sus orígenes en los 80 con la mezcla de diferentes estilos musicales, es ahora cuando se vuelve más electrónica y cada vez más dura. A parte de los ya mencionados Megabeat, uno de los primeros en atreverse a sacar sus discos es el DJ Chimo Bayo, que alcanzó una enorme repercusión tanto en España como en otros países con su tema Así me gusta a mi, cuyo explícito estribillo ("Exta-si, exta-no / ésta me gusta, me la como yo") era tarareado hasta por los adolescentes. Posteriormente seguiría con sus temas de base EBM pero con letras en castellano (Bombas, Química o La Tía Enriqueta).

Otra serie de grupos se dedicaron a producir sus propios discos orientados claramente para la pista de baile en una desenfrenada carrera que posteriormente tendría consecuencias nefastas. De todos ellos algunos se atrevían a utilizar el castellano ya fuera para el nombre del grupo o para los títulos o las letras de sus temas. Citaremos algunos ejemplos a modo informativo, ya que su legado no es que haya pasado a la historia de la música popular más allá del recuerdo nostálgico de los que vivieron aquella época. Algunos ejemplos de grupos o proyectos serían los siguientes: Tribunal de las Aguas, Vengadores, Teknika con temas de EBM como Yo no pienso en la muerte, Furtivo o Makinación; Dunne (Espiral), Vodevil (Ven con nosotros), Paco Pil con su colección de temas makinero-festivos (Viva la fiesta, Dimensión divertida o Johnny Techno Ska), Rafa Villalba (Chiketere), Flash Zero (Raya España 21) o MPM con su tema Sube que te llevo de un mensaje bastante directo ("Cuatro ruedas tiene mi coche / Cuatro pastillas me como esta noche"), entre otros.

En ese mismo periodo (principios de los 90) hubo un fenómeno bastante curioso. Ocurrió algo así como un resurgir en España del techno-pop, sobre todo influido en este caso por bandas como los ingleses Depeche Mode que habían conseguido superar los 80 y continuaban en los 90 con gran éxito de público. Estas bandas que surgieron en nuestro país también tenían el punto en común de utilizar el castellano en sus letras. Así pues tras los pioneros OBK, que aún hoy (2005) siguen en activo, surgió toda una serie de grupos que hicieron de los sintetizadores su principal herramienta, sin despreciar en algunos casos los instrumentos clásicos (guitarra, bajo y/o batería). Bandas como Viceversa, Luxury Beat, DC3, Éxodo, Santuario, Niños del Brasil, Qun Qun, Berlín o Ray, surgieron en aquella época, a pesar de que su duración fue más o menos breve. Generalmente (no todos) eran grupos con una clara orientación para las radiofórmulas, con unas letras romanticoides bastante ñoñas, aunque ciertas producciones no sonaban del todo mal.

OBK, en todo momento, han utilizado el castellano para sus letras (excepto alguna versión de Depeche Mode). También se han atrevido a adaptar al castellano canciones extranjeras como el tema Strange Affection de los alemanes De/Vision, que apareció con el título A ciegas. Este dúo catalán surgió en 1990 y con su primer álbum Llámalo sueño (1991) ya comenzaron a disfrutar del éxito, sobre todo con temas como Oculta realidad o Historias de amor. Durante la década seguirían sacando nuevos álbumes con mayor o menor fortuna, de los cuales se pueden destacar canciones como Dicen o Instinto de placer, por citar alguno de su amplia discografía. Tras unos pequeños baches y dudas, en el 2000 editan su álbum Antropop, con el que vuelven a obtener el éxito, sobre todo gracias a la publicidad que les hace el que su tema El cielo no entiende sea elegido como sintonía para las retransmisiones por TVE de la Vuelta Ciclista a España (tal y como ocurrió en los 80 con Azul y Negro), hasta llegar a día de hoy en que disfrutan de una posición con un razonable éxito de público, a pesar de no gozar de los favores de la prensa.

Del resto de grupos citaremos algunos de sus trabajos, a modo informativo, aunque sí que es cierto que algunos de ellos merecerían un mejor recuerdo: Viceversa (Ella), Luxury Beat (Cierra los ojos), DC3 (Generación), Éxodo (Autismo), Santuario (La puerta del placer), Niños del Brasil (Dame tus manos), Qun Qun (De carne y hueso), Berlín (Cuando el cielo deje de existir) o Ray (Mañana).

A mediados de los 90 comenzaron a dejarse notar otras alternativas a la música electrónica de baile. Se trataba de acercar otros sonidos que llegaban de diferentes partes de Europa y de Estados Unidos. Así pues, esta electrónica fue poco a poco colándose en distintos aspectos de la música, desde festivales a revistas de música más orientadas al pop o al rock. Incluso el festival exclusivo de música electrónica (el Sónar de Barcelona) fue cada vez más reconocido, con lo que la afluencia de público aumentó. El auge de estas “músicas avanzadas” también permitió que artistas locales se atrevieran a producir su propia música. Aunque lo normal solía ser la utilización del inglés para titular los temas, que en muchos casos suelen ser instrumentales, también existen algunos artistas que utilizan el castellano o el catalán (como An Der Beat con su Recicla-ho).

Dentro de esos autores que no utilizan el inevitable inglés que todo lo invade, se puede hablar de Madelman, el cual sacó en 1996 una de las joyas de la electrónica nacional de esta década, Palais. Dentro de este disco, de un estilo variado pero con el gusto por las melodías y el pop, además de una buena colección de sonidos y samples, aparecen temas como Favorita, Chao, amigo o Eurovisible. El resto de canciones sí que utilizan la lengua de Shakespeare, aunque sólo en los títulos puesto que se trata de temas instrumentales con alguna que otra muestra vocal pero tratada como un sonido más. Otro tema curioso es el que aportó al homenaje a Tim Burton que hizo el sello Spicnic. Dentro del recopilatorio Spicnic en No-Mundo, Madelman incluye el tema Se acabó el calentamiento, empieza el enfriamiento. Desafortunadamente, el grandioso Palais no ha tenido continuación y los únicos trabajos adicionales de los que se puede comentar son las remezclas que ha hecho para otros grupos.

En un plano más experimental hay que destacar a Silvania, peruanos de origen que, primero desde Valencia y posteriormente desde Madrid, lanzaron algunos de los discos más interesantes de la electrónica nacional. Comenzaron con una mezcla de pop y experimentación sonora, tal como se puede apreciar en sus primeros trabajos Miel Nube Hiel (1992) y En cielo de océano (1993). Tras posteriores singles y un disco de remezclas (Delay Tambor, 1996) realizado por artistas internacionales (Autechre, Scorn o Seefeel, entre otros), aparece en 1997 el álbum Juniperfin donde se mezclan ritmos electrónicos minimalistas, ambientes planeadores, melodías evocadoras y ruidismo. En su etapa pop sí que solían introducir letras en sus canciones pero ahora se centran únicamente en el sonido, sin dejar de incorporar de vez en cuando voces muestreadas como en Ialu. Dentro de este disco encontramos temas como Isonauta, Júniper o Cielo. El siguiente álbum (Naves sin puertos, 1998) continúa en la línea de experimentación sonora con temas como Niños de lluvia (Polaroid), Marea, Nave o Aquí viene el océano, por citar algunos. Más tarde unen fuerzas con Prozack, formando Radio, con cuya denominación lanzaron un CD (Radio, 1999) y un LP (El aire está vivo, 2000). También Prozack utilizó el castellano para titular los temas de sus dos últimos álbumes, tras uno primero de títulos en inglés (Ideology, 1996). Dichos trabajos son Tan lejos (1998, con títulos como Dualidad, Desajuste o Intangible) y Dispersión (2000), en el que se incluyen Ícaro, La escalera o Arqueología, entre otros.

HD Substance, además de varios maxis, lanzó un par de álbumes (Eleven, 1997 y Cáncer pop, 1999) en los que alguno de los temas está titulado en castellano. En el primero se encuentra el tema ¡Que aproveche! y en el segundo Bicho pantanoso, Corriente contínua o Londres es frío. También Resonic publica algún maxi con títulos como Lunático (1996) en el que se encuentran piezas de techno bailable como Sr. Lobo y Meditación, o Residual (1998).

En el pop independiente también existen bandas que basan su propuesta en la utilización de la tecnología y utilizan la lengua nativa. Unos de los más conocidos son Fangoria, proyecto de Alaska y Nacho Canut . Tras formar parte de KK de Luxe y Alaska y los Pegamoides, en 1989 deciden formar Fangoria, basándose en un pop electrónico con la mente puesta en la pista de baile. Una duradera trayectoria dentro de la independencia que les ha mantenido hasta hoy. Sus trabajos van desde Salto mortal (1990) hasta Arquitectura efímera (2004), su último álbum hasta la fecha, pasando por la trilogía Un día cualquiera en Vulcano (1992, 1993, 1995), Una temporada en el infierno (1999) o Naturaleza muerta (2001). En el disco Interferencias (1998) se dejan remezclar por artistas como Madelman o Intronautas. Por su parte, Nacho Canut con su alter ego Calígula 2000 publica discos de corte bailable: Los 5000 dedos del Doctor C (1995), Mar i nit (1996) o Apoptosis (1999). También se pueden citar a otras bandas de pop electrónico como L-Kan, Astrud, Ellos, Lemon^Fly o Meteosat, por citar algunos de los que el autor tiene conocimiento.

Del 2000 a la época actual

Lo que en los 90 parecía ser una prometedora escena electrónica fue apagando su ímpetu. Los que eran llamados a ser las grandes promesas de la electrónica fueron retrasando sus esperadas continuaciones (caso de Madelman) o simplemente dejaron de lado la experimentación y se pasaron al pop (caso de Silvania, que formaron el grupo de pop electrónico Ciëlo o del mismo Madelman que actualmente forma parte del dúo Chico y Chica). A pesar de todo lo negativo, también han surgido en este nuevo milenio bandas o han consolidado su posición otras que empezaron en los 90.

Podemos citar a los prometedores Every No One, banda valenciana que con un sonido próximo al trip hop ha creado una colección de interesantes canciones. Aunque el inglés es la principal lengua, algún que otro tema se canta en castellano, en el que bajo los sonidos electrónicos y el apoyo de guitarra y bajo, la sensual voz de Julia nos deleita los oidos. Lamentablemente poco se ha podido ver publicado hasta la fecha. Las últimas noticias de la banda nos vienen de su participación puntual en el festival Observatori 2004 y de un inminente directo en la sala valenciana Le Club.

En cuanto a Lethargy, una banda madrileña que combina tecno-pop, EBM, trip hop y otras influencias, únicamente en su primer álbum Escapa (2001) utilizan el castellano en un par de canciones: Escapa y Metropolis, adaptación del tema Sleepers in Metropolis de Anne Clark. Dentro de esa línea entre pop y techno oscuro, aunque más guitarreros, los también madrileños Stereoskop forman una banda con trabajos muy interesantes. A pesar de que el grueso de su producción es en inglés, también hay sitio para algún tema en castellano como Eléctrica, dentro de su álbum homónimo publicado en 2003 y el último hasta la fecha.

En estos últimos años, el revival de los años 80 y su sonido ha dado origen al estilo llamado electroclash, del que ahora algunos reniegan, y que también en nuestras tierras ha producido algunas bandas. Quizá no se quieran identificar con la etiqueta, pero a bandas como Dirty Princess, Chico y Chica, Alma X, Superputa o Focomelos, entre otros, les une una actitud provocativa (tanto en la escenificación como en sus letras) y unos sonidos retro o simplemente extraídos de algún aparato lo más cutre posible. En este caso el idioma castellano es fundamental para que se entienda completamente ese mensaje provocador que quieren transmitir. Algunos de estos artistas tienen discos publicados o se pueden encontrar en el recopilatorio Electrospain (2004) en el que aparecen temas como el singular Mami me he tragado el disco de Depeche Mode de Focomelos, Jugar al revés de Dirty Princess o Ultrapreñada de Insulina y las Poni Girls, por citar varios. En el apartado local no hay que olvidar a los singulares Gore Gore Gays, que con sus temas alegres, desenfadados y abiertamente gays hacen que cada directo suyo sea una experiencia muy divertida. Su único disco publicado Menage a trois (2003) contiene canciones como El tamaño sí importa o Todos los chicos están buenos.

El drum’n’bass es un estilo con un pequeño número de productores nacionales y, siendo ya pocos, aún son menos los que titulan o cantan estos temas en castellano. Apotheke Crew se apoyan en la voz del tristemente desparecido Frogg para construir 2 Slim Guitars, perteneciente a la recopilación Drum’n’Bass Iberian Shots (2004). Una bonita canción y que a fecha de hoy no ha sido publicada es Sin nubes de Huete & Marinetta, siendo ésta última la que aporta sus excelentes habilidades vocales. De momento se puede encontrar en el sampler del número 19 de la revista Trax.

A pesar de haber comentado que si bien en la actualidad no sean buenos tiempos para la electrónica, al menos al nivel de conseguir la repercusión que hubo en los 90, existe un grupo de irreductibles, así como nuevas promesas, que siguen manteniendo viva la llama de este modo de entender la música. Se ha hablando antes de pop electrónico o del drum’n’bass, pero también destacan artistas en estilos como el techno, el house, el minimal o la experimentación. Y, cómo no, hay también algunos que no dudan en utilizar el castellano para sus títulos.

Braille apareció en 2001 con el disco Día, mes año, en el que se pueden encontrar temas de electrónica polirrítmica y experimental con títulos como ¿Qué ha pasado?, Conversaciones, Otoño o Década. El posterior trabajo Partir (2004) tuvo que hacer su aparición en un sello francés. Además de continuar con la experimentación sonora, añade textos a temas como Presente, pero curiosamente la cantante utiliza el inglés. Otros temas que se incluyen en el mismo son Trapecio, Denso o Nudo.

Por otra parte, tenemos un gran disco de los catalanes Ferenc publicado este año por el prestigioso sello alemán Kompakt de título Fraximal. Entre los temas podemos citar algunos tan curiosos e imaginativos como Sandía, Fuet, Bocaseca 1.0, Vinagreta o Acidorro, que dan un toque desenfadado a las, en teoría, frías y calculadas composiciones.

Otro artista nacional que publica en sellos internacionales es Alex Under con Dispositivos de mi granja (Trapez, 2005), en el cual aparecen piezas de techno como Las bicicletas son para el verano, El arado adorado, El azadón es un cazador solitario o Balas de paja maja. Sus maxis publicados no se quedan atrás en cuanto a originalidad: Verde guisante, Sorberé cerebros o Las bicicletas son para el verano, entre otros.

El paso inverso. Extranjeros utilizando el castellano.

Aunque es algo más extraño puesto que el lenguaje internacional de facto de la música popular es el inglés, también se pueden citar algunos casos en que artistas extranjeros se han acercado a lenguas “exóticas”, como puede ser el castellano. Se enumerarán aquí algunos de esos particulares casos.

Uno de los más interesantes a la vez que curiosos es el de los inigualables Kraftwerk, que, tras haberse atrevido con el francés o el japonés y aunque en algunos temas como Numbers o Technopop se podía escuchar voces en castellano ("La música ideas portará / y siempre continuará / Sonido electrónico / Decibel sintético"), no fue hasta la versión del tema Sex Object cuando utilizan en mayor grado el idioma. El tema apareció en una versión española del álbum Electric Café de tirada muy limitada y a día de hoy inencontrable. La única forma de hacerse con esta curiosa rareza es a través de algún recopilatorio pirata o buceando por los procelosos mares del ciberespacio. La letra puede parecer un poco ñoña, pero se trata de una traducción más o menos literal de la versión original (ya sea inglés o alemán).

Otro caso es el del grupo Liaisons Dangereuses que lanzó en 1981 el tema Los niños del parque, aparecido como single y en el álbum homónimo del grupo. En dicho álbum también se puede encontrar el tema El macho y la nena, aunque sin duda el más conocido y bailado es el citado anteriormente. Poco más se ha sabido de ellos hasta la reedición de su album hace unos años.

El actualmente reconocido DJ y productor alemán Sven Väth, en los 80 formó parte de un grupo llamado Off, que publicó algún tema en el que se dejaba influenciar por la cultura latina. El más conocido es Electrica Salsa, pero también está La casa latina. Se trataba de un caso puntual, como el de Pet Shop Boys que en su álbum Bilingual (1996) incluyen el tema Discoteca. La mayoría de la letra es en inglés aunque también se atreven a cantar algún estribillo en castellano (“¿Hay una discoteca por aquí?” preguntan).

El grupo alemán de techno-pop Cetu Javu también se animó a utilizar una lengua distinta del omnipresente inglés, aunque en este caso seguramente fue la influencia del vocalista del grupo, el “español” Javier Revilla-Díez. A principios de los 90 tuvieron gran éxito con temas como A donde, Por qué, Dame tu mano o Una mujer.

En los primeros 90, en plena época de efervescencia rutera en nuestras tierras, algunos productores extranjeros también lanzaron algunos temas con títulos en castellano e incluso letras. Así tenemos al singular italiano de origen latino Ramírez con Orgásmico, El gallinero o Hablando, incluidos en su álbum Terapia (1993), los también italianos Atahualpa que en temas como Último Imperio o Luna de sangre combinaban la contundencia electrónica con la inclusión de sonidos étnicos sudamericanos; Steam System con Barraca Destroy o Terra W.A.N. con su curioso De puta madre, un repetitivo y explícito estribillo que no era del gusto de las radios comerciales por lo que se encargaron de “camuflarlo” con los famosos pitidos.

Dentro de la música más vanguardista también se puede citar algún caso, como Thievery Corporation que en su segundo álbum The Richest Man In Babylon (2002) incluyen el tema Exilio, toda una declaración en favor de aquellos que tienen que dejar su tierra en busca de una vida mejor. En su posterior trabajo The Cosmic Game (2005) siguen incluyendo un tema en castellano, Ambición eterna. Los alemanes Trüby Trio nombran algunas de sus canciones de house festivo con curiosos nombres como Carajillo, Jaleo o Alegre y los vieneses de Tosca incluyen una grabación radiofónica del parte franquista del final de la Guerra Civil española en su tema Buona Sarah (Opera, 1997).

En el caso del drum’n’bass, al ser un estilo principalmente inglés es más difícil encontrar piezas en otra lengua, pero se puede nombrar el excelente Al ritmo y con sol de Allied Force, incluido en el recopilatorio de Gorila Club Drum’n’Bass Iberian Shots (2004), demostrando que el drum’n’bass cantado en castellano puede ser muy interesante.

Como nota curiosa e inusual se encuentra el tema Vertigen de Recoil, el proyecto en solitario de Alan Wilder, antiguo componente de Depeche Mode. En él Rosa Torràs recita los versos en su lengua materna, en este caso el catalán. La pieza en cuestión surgió de un proyecto que se hizo en la página web del artista, en la cual solicitaba a los fans que enviaran textos recitados en su propia lengua. La persona seleccionada fue Rosa y el tema apareció en el último álbum publicado hasta la fecha: Liquid (2000).

Por último, podemos citar algunos artistas latinoamericanos, que también han dejado su huella utilizando el castellano al titular sus trabajos. Por una parte el artista de origen chileno Cristian Vogel con trabajos como Busca Invisibles (1999) en el que se incluye el tema General arrepiéntase o Rescate 137 (2000) que contiene temas como La isla Piscola o Esquina del sol. Por otra el también chileno Ricardo Villalobos que publica en 2003 el álbum Alcachofa. Y como colofón, citar la destacable versión que los mejicanos Caléxico hacen del Human de Goldfrapp, traduciendo la letra original al castellano.

por José María López Lagunas

octubre de 2005

sábado, 15 de marzo de 2008

2006 - La movida valenciana

Músicos valencianos que formaron los legendarios grupos de los años 80, rememoran la irrepetible década de excesos, libertad y mucho rock

los 80 están de vuelta gracias a los medios de comunicación de masas que están revisando la música que se hacía hace dos décadas y, sobre todo, la llamada movida madrileña. Las nuevas generaciones se aproximan a este fenómeno de excesos nocturnos y rock en pleno siglo XXI, una época de libertad y de eclosión musical. Grupos míticos como Alaska, Loquillo, Mecano, Radio Futura, Burning, Parálisis Permanente y un sinfín de bandas que todavía a día de hoy son reconocidas por las productoras musicales y recordadas por las emisoras de radio.

Como los más entendidos saben, este fenómeno de los años 80 no sólo se vivió en Madrid, sino también en Galicia con Siniestro Total, Golpes Bajos y Galicia Caníbal, y en Barcelona con Loquillo y El Último de la Fila.

¿Hubo en los 80 una verdadera movida valenciana? Esta pregunta tiene dos respuestas, además, claramente polarizadas. Pervive la opinión de que en Valencia no existió nada semejante a una movida. Esta idea ha sido tomada por periodistas musicales de la meseta como el mítico Jesús Ordovás, que canalizó en su programa de Radio 3, Diario Pop, a todos los grupos que salían de Madrid.

La otra respuesta, la que defiende que en la capital sí existió una verdadera movida, es la que encarnan algunos periodistas musicales de Valencia y, sobre todo, algunos de los personajes más ilustres que formaron parte de este movimiento que finalizó en 1988.

La banda de Gaal

Según el periodista valenciano Rafa Cervera, Valencia a finales de los años 70 estaba dominada por “mucho cantautor y mucho grupo progresivo medio hippie que nada tenía que ver con los abanderados madrileños Kaka de Luxe, Burning o Ramoncín”. Pero es en estos años cuando aparece La Banda de Gaal (1979), con Luis Badenes (voz), Adolfo Barberá (guitarra), José Luis Macías (teclados) y José Payá (Batería).

José Luis Macías fue uno de los músicos que más se movió por el panorama musical de la época, después de salir de La Banda de Gaal, que junto a La Morgue, fue la génesis de la música moderna valenciana. La Banda de Gaal, de la mano del productor Esteban Meivas, se convierte en Glamour, el primer grupo valenciano que llegó a triunfar a nivel nacional y que fue el revulsivo para la aparición de nuevas bandas como Betty Trouppe o la mítica Vídeo.

“Claro que hubo una movida valenciana, incluso con más grupos que en Madrid. La diferencia es que aquí no teníamos medios y los que aparecía en las radios valencianas sólo se escuchaba en la Comunitat”, afirma José Luis Macías, teclista de Glamour y de Comité Cisne en los años 80.

Tras la semilla de Glamour, que triunfó a nivel nacional con su trabajo Imágenes en 1981, aparecen como grupos de rock de culto: Comité Cisne y Armas Blancas. Con una tendencia más tecnopop se suman Vídeo y Betty Trouppe. De la versión punk encontramos a Seguridad Social e Interterror, y de tendencia folk llegaba Presuntos Implicados. Como inclasificables destacaron los incombustibles Inhumanos. A toda esta amplia gama se sumaban los cantautores Julio Bustamante, Miquel Gil o Remigi Palmero.

En Madrid gobernaba Tierno Galván, un alcalde que, según Jesús Ordovás, fue el que favoreció que todo este ímpetu musical cristalizara. Como alcaldesa de Valencia, Clementina Ródenas invirtió mucho dinero en la música. Famosos eran los festivales de la Dipu, que permitían tocar en la plaza de toros de Valencia ante 20.000 personas a grupos prácticamente desconocidos.

El momento álgido

El momento álgido de la movida valenciana y el reconocimiento a nivel nacional recayeron en Comité Cisne y Vídeo. Si Glamour fue la semilla, Vídeo fue la consagración en España. En 1983 este grupo nacido en el Vedat de Torrent consiguió el primer disco de oro (50.000 copias) en la historia de los grupos valencianos. Pepa Villalva, Carlos Solís, José Manuel Moles, Sisi Álvarez y Puchi Balanzá se convirtieron en los abanderados de la música valenciana por España y ya en 1983 grabaron uno de los primeros videoclips del país, Videoterapia. Además, protagonizaron la película A tope junto a Objetivo Birmania, Loquillo y Alaska.

Los 80 en Valencia fueron muy peculiares. No sólo fueron los grupos de música los que colaboraron en esta efervescencia musical. Discotecas como Puzzle, Espiral, Barraca o Éxtasis fueron muy importantes para popularizar la música. “Allí se pinchaba música internacional de la que nosotros bebíamos y de la que íbamos incrementando nuestra cultura musical”, según Macías.

Además, Barraca, dirigida por Carlos Simó, se convirtió en el templo de culto de muchos grupos y allí fue donde el conjunto liderado en la época por Carlos Goñi, Comité Cisne, realizó una de sus mejores galas. “Te pedían marcha. Después de estar pinchando U2 o Spandau Ballet entrabas en directo y la gente no lo tenía que notar”, afirmó el músico.

Locales como Pijamarama, Gasolinera, Planta baja, Bowie, Vídeo o Estandarte acogieron a estos grupos y favorecieron que se conocieran entre ellos. La radio puso su granito de arena a propagar el fenómeno gracias a programas como los de Arturo Blay en la Ser; Vicente Esteve, en Onda Cero; Jorge Alvis y Rafa Cervera, en La 97.7 o Radioklara.

spitarch@lasprovincias.es - 10-09-2006

sábado, 15 de diciembre de 2007

1997 - la generación 'techno' de aqui

"Entre máquinas y platos. Noviembre 1997"

Un afanoso comando de grupos, disc jockeys, productores y sellos ha conseguido vencer los tópicos y dar forma, en apenas dos años, a una escena electrónica creíble y cada vez más abultada. Son los héroes de una revolución que, al fin, ha puesto al pop español de cara al futuro.

Doce años después del estallido del fenómeno musical más dinámico y democratizador de los últimos tiempos, España recoge sus frutos. Ha tardado lo suyo, desde luego, pero es que antes le ha tocado barrer prejuicios a mansalva y sacudirse la caspa que ella misma se había procurado. Claro que ahora no es cuestión de ponerse a buscar culpables o efectuar públicos linchamientos, pues bastante tenemos con llegar tarde a lo que por ahí fuera ya se considera la máxima expresión de la cultura juvenil de fin de siglo y aquí aún tiene visos de oportunismo.

Si el techno (por emplear la palabra/comodín que ha acabado designando toda música electrónica orientada hacia la pista de baile) es hoy popular en nuestro país no es precisamente por las oportunidades que se le han dado a los disc jockeys, productores y artistas nacionales que vienen practicándolo. Algunos (muchos) dirán que tampoco las merecían hasta hace bien poco, claro. Es que la chirriante imagen de un Chimo Bayo –que, dicho sea de paso, ha reunido a más gente en sus actuaciones en Israel y el sudeste asiático de la que nunca atrajeron Héroes del Silencio en sus "triunfales" giras centroeuropeas– todavía escuece las retinas de los guardianes de la autenticidad patria, a quienes las máquinas siempre les han resultado indigestas.

He ahí, precisamente, el primer escollo. Por una de esas oscuras razones que tanto cuesta comprender, la llamada "música de baile" parece, o al menos parecía hasta ayer, no tener cabida dentro de ese vago y difuso territorio que es el pop (la música popular, en definitiva). Aquí, por supuesto. Fuera, hace tiempo que saben que el destino del house, el hip hop o el techno es tan pop como lo es el del "indie", por ejemplo. Y decimos "indie" para remarcar hasta qué punto puede llegar la estrechez de miras de sus próceres/apóstoles, cegados en sus obsesiones guitarreras, que le niegan al baile su carta de independencia. No vamos a intentar, en todo caso, desentrañar el porqué de la absurda cerrazón roquista española que obvia por la cara la realidad "dance". Será que les duelen prendas ver cómo unas minúsculas compañías que comenzaron licenciando temas foráneos se han hecho de oro (Max music y Blanco y negro las que más), sobre todo a costa de infames megamixes, que también es cierto. Pero nadie ha dicho que calidad e independencia estuvieran reñidas. Y ahí nos topamos con el segundo escollo.

Acostumbrados a que nadie les haga caso, los productores/ artistas/DJs acaban montándoselo por su cuenta –y riesgo–. La expansión dance ha ido así a modo, lenta pero segura, en creciente progresión. De hecho, la evolución global de la escena en todo el mundo sólo puede entenderse por el papel que han desempeñado las innumerables escuderías aparecidas en estos diez largos años. La proliferación de sellos independientes, algunos verdaderamente mínimos, refleja la hiperactividad de los creadores techno y el hambre de las pistas, que reclaman con urgencia nuevo material. Y la voraz inmediatez con que se consume hace posible el auge, ocaso y resurrección a velocidad de vértigo de estilos, géneros y modas de manera que nadie está dispuesto a pararse ante la posibilidad de morir aplastado bajo las ruedas de semejante convoy. El problema es que, como el resto de los mortales, esta gente tiene que comer y, encima, mantener un negocio, por lo que los trabajos alimenticios y/o mercenarios se vuelven imprescindibles: producciones facilonas, populistas, descaradamente comerciales… La mayoría de la basura techno que hemos consumido e identificado como "bakalao" responde casi siempre a tan cruel necesidad (ojo, que esto tampoco debe servir como excusa). Pero, como suele suceder, los árboles no han dejado ver el bosque y se optó por una desagradable e interesada generalización sin pensar siquiera que, por la mera circunstancia de haberse generado con platos, samplers, secuenciadores y demás cacharrería electrónica, no toda la música techno es "bakalao". Para el caso, el daño ya estaba hecho.

Los proverbiales pícaros y marrulleros que tanto proliferan por estos pagos al olor del dinero fácil (responsables en gran medida de esa ola de megamixes y "covers" discotequeros de temas pop/rock con tirón en las listas de ventas) y la politización y manipulación mediática del fenómeno (recuérdese el escándalo amarillista de la penosa "ruta del bakalao") hicieron el resto. Hubo que esperar a oír los cantos de sirena de la moda "clubbing" (cuando lo nuestro siempre ha sido la "cultura de bar", no la "cultura de club") y a que en los grandes festivales por ahí fuera sonasen DJs y grupos electrónicos para empezar a tomarse el asunto con un mínimo de interés, sobre todo, en cuanto aquí se comenzaron a calcar esos macroconciertos con acampada. Tan infausto como providencial, el invento de la "carpa dance", una manipulación roquista donde las haya del baile, ha descubierto finalmente la realidad techno a la masa; bueno: una parte de la realidad, ésa que tiene que ver con los sonidos más, digamos, experimentales, ya que el technoesnobismo nacional sólo da crédito a cierta música de club (primero el trance y el ambient con su parafernalia chill out, después el trip hop y ahora el jungle/drum'n'bass). Por suerte, mientras en la superficie se gastaban los cartuchos en salvas inútiles, el underground de la escena, más agitado que los bombos del telecupón, preparaba su asalto.

España baila

Echamos un vistazo a los grupos, DJs y productores (a veces todos reunidos en una única persona) que han logrado que el futuro del pop nacional sea definitivamente techno.

Alex Martín: prodigioso con las máquinas, este jovencísimo DJ, productor, compositor y remixer barcelonés factura lo mismo techno que ambient, deep house, electro y jazz mutante. Fue el primero que hizo concebir esperanzas para la electrónica bailable patria y pasa por ser nuestra figura dance más internacional (ha editado con prestigiosos labels alemanes, ingleses y franceses). Tiene su propio sello, Higlamm (con Oxident Audio, estudio de grabación también propio), distribuido por Minifunk, donde también edita como Alex Martín y Full Duplex (junto a su compañera sentimental, la DJ Mayte S.). Ha grabado igualmente con Zen records y Cosmos ("Alex Martín ensamble").

An Der Beat: un pálido ilerdense que hace funk como si fuera negro y americano. Aunque David Nicolau tiene su pasado como instigador de ritmos maquinales blancos (entonces se hacia llamar Child—B), su fama se la ha ganado revisando los sonidos más negroides y sudorosos, que explota como pocos en su álbum "Recicla—Ho", editado por el sello barcelonés Minifunk.

Big Toxic: productor de techno contundente y colaborador habitual en las grabaciones de La Fura dels Baus y Fangoria. Se ha convertido en unos de los remixers más solicitados país (Carlos Berlanga, Lazy Sundays, Sexy Sadie) y de vez en cuando también se le llama desde fuera (ha remezclado a Nine Inch Nails). En su haber tiene unos cuantos maxis y varios temas dispersos en recopilatorios del prestigioso sello Geometrik (salido de Rotor, casa madre de los seminales Esplendor Geométrico).

César de Melero: a este DJ y productor catalán se le tiene por el introductor del acid house en nuestro país. Apreciado incluso en ciertos círculos británicos, anda a caballo entre Barcelona, Ibiza (Ku siempre ha sido su bastión) y París, donde codirige el sello Prozak—Trax y está instalada la mitad de su proyecto Alëem. Exquisito housemaster, por cierto.

Elesbaan: DJ de origen gallego afincado en Madrid, residente del club Soma y hábil experimentador de sonidos. "UFO" (Rhythm of time) es su maxi de presentación, cercano a las corrientes más radicalmente minimalistas del techno detroitiano. Su presencia es habitual en todos los raves peninsulares.

Fangoria: la reencarnación techno de Alaska y Nacho Canut (Kaka de Luxe, Pegamoides, Dinarama) data de finales de los 80, cuando cayeron rendidos de tanto bailar acid house. Sin abandonar nunca su vena pop, se han acogido al lado más frío de la electrónica (sobre todo británica): bleep, cyberdelia, ambient y trance. La serie de tres EPs "Un día cualquiera en Vulcano" es su mayor legado hasta la fecha. Nacho también da rienda suelta a su sobredosis de bpms en solitario grabando para el sello albaceteño Spinnic (hogar de los electroduendes Terry 4, Astro Girls o Alpino) como Calígula 2000.

The Frogmen: la gran baza del house español –versión minimal y profunda, bordeando el techno–. Son Leandro Gámez (alias Cío cuando va por libre) y Tony Rox, celebrado DJ madrileño. Su deslumbrante álbum de debut, "A new home" (Boozo), es la culminación de una ya larga trayectoria. Editan incluso en Alemania.

HD Substance: el proyecto musical del DJ, productor y editor de la revista "Undersounds" Luis Rozalén. Lo suyo es el techno ácido, aunque tampoco le hace ascos al ambient y al electro. Edita, sobre todo en los sellos madrileños Boozo, Elefant dance y Rhythm of time.

Jazzin' Club: el colectivo de DJs que mejor ha sabido glosar las excelencias del jazz contemporáneo y mutante. En sus sets tocan todos los palos (por algo son tres: Nava, Chema y Dave, y se reparten): drum'n'bass y electro, breakbeat y latin house, hip hop y phat beatz, cosmic disco y deep house, pero siempre con una actitud jazzy, la misma que derrochan cuando ejercen de remixers (Digi Onze, Azúcar Moreno…). Han creado el sello Full on, cuyo primer fichaje son los hip—jazzers Jazz Two, y son los responsables de la distribuidora Ama.

José Luis Magoya: cocinero antes que fraile, Magoya es, ante todo, un músico/productor metido a DJ. Fue director de los estudios Planet y actualmente ejerce de exitoso residente de los clubs MidDay y Dance madrileños. Ha grabado para Boom, el sello del DJ estadounidense David Alvarado, y aquí edita sus veleidades deep house con Minifunk, Boozo (donde graba como Mastrangelo) y Elefant dance.

Kadoc: un millón y medio de copias vendidas de su "Nightrain" en Europa (150.000 sólo en Gran Bretaña, donde han actuado incluso para el mítico programa de la BBC "Top of the pops") les acreditan como el grupo dance español más internacional. Están grabando su primer álbum en Holanda para el sello Fonky fibe (Arcade/CNR en España y Manifiesto en Gran Bretaña). Son los madrileños David Peñín y Juan Carlos Molina, creadores de Zen records, desde donde han editado bajo los alias de Underwear, Ultraviolet, Evidence, Vinyl Juice…

Kike Boy: DJ y productor madrileño, muy próximo a la escena happy hardcore teutona (por eso aquí se le envió con un billete sin retorno a las simas del "bakalao"). Estrella del veterano pero poco reputado sello Quality, en su currículum hay una innumerable colección de maxis y un álbum, "Generación X", que lo ha rescatado del castigo. Su evolución hacia al house/nu energy también le ha ayudado. En Asia vende como churros.

Loe: en realidad, Eloy Martín, DJ residente del célebre club barcelonés Moog, responsable de la distribuidora So dens y uno de los capos del sello a que ha dado lugar, Minifunk. El EP "Dancing moog" es su minimalista carta de presentación.

Madelman: el bilbaíno José Luis Rebollo goza, ahora mismo, de uno de los clubs de fans más nutrido de la escena merced al pop electrónico que despliega en "Palais", su álbum de debut para el sello Cosmos. De la experimental ambiental al techno en clave easy listening, sin caer en el absurdo. Entrañable.

Le Mans: sin ser un grupo eminentemente techno/dance, estos donostiarras adictos al pop etéreo ocupan en la escena patria el mismo lugar que unos St. Etienne o Stereolab en la británica. Además, se dejan remezclar con mucho gusto (conviene escuchar "Zerbina", disco con el que inauguraron la sección de baile de la gran casa indie Elefant) y el bajista Ibon Errazkin es un habitual en las producciones del sello Novophonic.

Oscar Mulero: apenas si se tiene en cuenta que grabó hace ya mucho un maxi como gancho del club madrileño New World, pero es que su figura y trayectoria son imprescindibles para comprender el despertar de la cultura techno en el país. DJ de técnica perfecta, es imbatible en raves y fiestas.

Pez: carismático donostiarra, instigador del Sirope Sound System (un colectivo de agitadores de la cultura de club) y cerebro detrás del sello Novophonic, consagrado a experimentar con el jazz. El resultado son una serie de proyectos que van del lounge abstracto al hip hop latino, el drum'n'bass, el funk y el house más sibarita: Instrümental (con Ibon Errazkin y el diseñador Lereak Mendian), Camping Gaz (junto a Charly Brown) y Digi Onze. Pez (nacido Javier Vicente) es también el alma de Parafünk.

Prozack: buscando los límites del sonido, el gallego Juan Carlos Ordóñez se ha embarcado en un trip hipnótico y lisérgico que de momento le ha llevado a pisar terreno detroitiano en su álbum de debut, "Ideology" (Elefant). Ahora tienta el acid house y el house muy muy profundo y minimalista.

Silvania: Mario y Cocó (de origen peruano) tienen ya tres álbumes en el mercado, todos publicados con Elefant. Oscilan entre el ambient—pop y eso que algunos llaman "techno inteligente" para no mojarse demasiado. Han sido remezclados por algunos de los popes internacionales del género (Locust, Autechre, Scanner).

Teen Marcianas: funky sucio y sudoroso desde Barcelona a cargo de una pareja de mutantes que no tienen reparos en samplear lo insampleable o imitar a Starsky y Hutch ("Estarsky y Jach", dirían ellos). Una saga de brillantes EPs grabados para Minifunk ("4 Funk", "No caja box") les saludan.

Vanguard: Eduard Alarcón, Xavier Alarcón y Albert Masferrer (o DJ Kosmos) llevan tres años juntos. En ese tiempo, apenas un maxi y unas cuantas remezclas (Fangoria, Los Sencillos, Carlos Berlanga, Le Mans, Esclarecidos…). Pero ya se les respeta y ensalza como uno de los proyectos más afortunados del mundillo. Drum'n'bass, ambient, deep house, cosmic disco..., nada parece resistírseles. Han fichado por Cosmos, el sello barcelonés que abrió brecha publicando aquel "Disco 2000. Una recopilación dance de aquí" (1995).

Rafa Rodríguez y Sara Sáez
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